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Contribuye a la protección hepática.

Tradicionalmente, el cardo mariano se ha utilizado como antioxidante y antihepatotóxico (previniendo el daño hepático).

Esta acción se consigue ya que:
Impide la penetración de los agentes tóxicos dentro de la célula: modifica su estructura exterior.
Estimula la actividad de las sustancias que favorecen la regeneración de nuevas células en el hígado, útil en casos de inflamaciones hepáticas y favoreciendo una correcta funcionalidad de este órgano.

Además, el cardo mariano es una captador de radicales libres en el organismo.
El uso profiláctico con cardo mariano es más eficaz que el terapéutico, una vez ya se ha producido el daño en el hígado.

La experiencia ha demostrado su capacidad de uso en pacientes con trastornos gastrointestinales, reduciendo el meteorismo y aliviando la sensación de tensión y flatulencia en el tubo digestivo, incrementando a su vez el apetito y la capacidad física.

También se asocia con acciones anticolesterolémicas y anticolestáticas.